viernes, 29 de agosto de 2008

Aqui van las historias de Araya y Peña

Como se trata de aclaraciones hago la mia. Llegue al liceo el año 1957 a sexta preparatoria, letra D, pase a primero D y “Margarito” Sánchez, o sea don Luis Sánchez Meneses como no me quería me mandó al 2 E, donde quedé pegado, al año siguiente quedé en el segundo B, es decir el año 1960, tengo la foto de ese curso y la llevaré el sábado y desde ese glorioso segundo B hasta el 5to. B, siempre fui Presidente de curso e incluso en el sexto C, donde terminé en el área letras también lo fui, e incluso en 5º humanidades integré la directiva del Centro de Alumno, en la cual era Presidente Herrera, uno grandote, otro integrante era el Claudio Grossmann, el Landarretche, que fue ministro, también, llevaré el testimonio, es decir fui liceano o el liceo me aceptó por ocho años, hasta que egresamos el 64.
Hecha la aclaración e incluso esa foto del segundo B, cuando la vean algunos de los viriles que irán, capaz que se pongan a llorar.

Nos vemos el sábado.

Pato Araya

Aprovecho la oportunidad para decirles que yo llegué al 2o B de Humanidades después de pasar por el 1ro G (alumnos que estábamos en calidad de medio pupilo. (Almorzábamos en el casino del liceo)

En la línea B tuve la suerte de encontrarme con los mejores alumnos del liceo y profesores orgullosos de su trabajo e interesados en crear las circunstancias para que sus estudiantes pudieran descubrir sus vocaciones naturales para la música, la arquitectura, las humanidades, las ciencias sociales, el deporte, el orden, etc.

Recuerdo con mucho cariño, ahora mucho más que antes, a profesores que en su momento no los valorice como correspondía: Margarito Sánchez y sus préstamos de instrumentos de trabajo a cambio de un uno; el señor Cortés y Elgueta en trabajos manuales; el señor Lira y Véliz en Música; el señor Royo en Gimnasia; el señor Manuel Espinoza y una profesora de sobrenombre Platón en Filosofía; los cursos de Educación Cívica con un profesor que nos llevó a escondidas a Santiago para visitar el Congreso Nacional. Las clases casi universitarias del Señor Oyarzún y sus sorteos para decidir a quién interrogar; el laboratorio de Astronomía en el segundo piso; las clases de Francés con el señor Ramírez; las tardes de los miércoles que estaban
dedicadas al deporte. Como olvidar las pichangas de fútbol con estudiantes de los liceos de Quilpue ó Villa Alemana, organizadas por nuestro querido Presidente Vitalicio el excelentísimo e ilustrísimo D. Patricio Araya Pino, después de las cuales pasábamos a la casa de la madre de Aguilera a "bolsear" once.
Manuel Peña

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